La felicidad (del latín felicitas, a su vez de felix, "fértil", "fecundo") es un estado emocional que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada.
Tal estado propicia paz interior, un enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas.
Se define como una condición interna de satisfacción y alegría que ayuda a muchas personas.
R. Delgado en su libro La felicidad, propone que el camino hacia este estado consiste:
- Primero en definir qué nos hace felices a cada uno, el concepto de felicidad difiere de persona a persona
- En segundo lugar, construir un plan de acción que regularmente nos ofrezca situaciones, compañías o actividades que hemos descrito como fuente de felicidad para nosotros.
Con la fuerza de la costumbre el plan se convertirá en un hábito y conseguiremos ese bienestar sin esfuerzo, ya que estará incluido en nuestra cotidianidad.
El estado de máxima felicidad tiene un nombre: flow, "flujo", un concepto acuñado hace dos décadas por el psicólogo de origen húngaro afincado en EEUU Mihaly Csikszentmihalyi, y que hace referencia a la absorción total que experimenta desde quien se entrega por completo a una tarea intelectual hasta quien se sumerge en un vídeo juego.
Csikszentmihalyi es, junto con su colega Martín Seligman, uno de los pioneros de la llamada psicología positiva. Cuando Seligman se estrenó como presidente de la Asociación Psicológica Americana, en 1998, llamó la atención sobre un sesgo en su disciplina: entre 1980 y 1985 la literatura científica incluía 2.125 trabajos sobre felicidad, comparados con 10.553 sobre la depresión. Seligman reivindicó la importancia de estudiar no sólo lo que entristece a la gente sino lo que la hace feliz.
La idea cuajó. Desde 2006 hasta ahora la felicidad ha protagonizado más de 27.300 artículos científicos -aunque la tristeza aún gana, con más de 53.000-.
Ya Mª Dolores Avía y Carmelo Vázquez en su libro Optimismo inteligente constatan igualmente el escaso interés de la investigación en las emociones positivas en contraposición con la cantidad de investigaciones sobre emociones negativas.
Este dato se justifica en el hecho de la psicología y sobre todo la terapia, han buceado más en los problemas psicológicos y su resolución que en la existencia de estados saludables, como el optimismo y la felicidad.
El optimismo es la capacidad de ver el lado bueno de la vida y de mantener una actitud positiva, incluso ante acontecimientos adversos. Entre los recursos que favorecen una actitud positiva está el aprendizaje a través de unos padres optimistas, que nos procuren una infancia dichosa y la sensación de control sobre nuestras vidas y metas.
Aquí os dejo un cuento que puede ser muy inspirador:

LOS DUENDES Y LA FELICIDAD ESCONDIDA
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